19/04/2008 ELIANNE ROS, PARÍS

Malas noticias para Indiana Jones. En vísperas del estreno de la última coproducción del tándem Steven Spielberg-George Lucas, Indiana Jones y el reino del cráneo de cristal, los investigadores del Museo del Louvre desempeñan el papel de aguafiestas. Según el estudio realizado por los científicos, el venerado cráneo, objeto de la cuarta aventura del héroe cinematográfico que encarna Harrison Ford, es un fraude. La supuesta pieza precolombina, a la que la leyenda atribuye todo tipo de poderes paranormales, ha resultado ser una calavera tallada a finales del siglo XIX por un artesano alemán.
El descubrimiento, sin embargo, no ha descorazonado al Museo Quai Branly, a cuya colección pertenece el llamado cráneo de París. Con motivo de la llegada a los cines de la última peripecia de Indiana Jones, el 22 de mayo, el centro anuncia la exposición "excepcional" de una pieza "que sigue fascinando al público como emblema de una civilización antigua y misteriosa".
Para el director adjunto del Quai Branly, Yves Le Fur, la realidad no debe empañar una buena ocasión de atraer nuevo público al museo. "En cierto sentido, estos objetos no han sido desencantados. Es probable que Indiana reactive toda suerte de leyendas", dice. El cráneo de cristal ha sido una inagotable fuente de inspiración para médiums y amantes de los misterios en general. Algunos creen que la reunión de 13 de estas calaveras bajo una pirámide azteca permitiría conocer el futuro del mundo. Otros, que han sido esculpidos por extraterrestres o antiguos habitantes de la Atlántida. También hay quien piensa que emiten ondas benéficas.
¿A qué tesis se entregará Indiana? Al margen de la indicación del título y de prometer un vibrante despliegue de medios --el presupuesto es de 79 millones de euros-- el enigma sigue intacto. Por poco tiempo. El otro, el que había alimentado la especulación desde que el arqueólogo Alphonse Pinard adquiriera el cráneo a un anticuario en 1920, ha sido desvelado con la ayuda de un acelerador de partículas. La calavera fue durante años una de las piezas maestras del Museo de l´Homme. Hasta que los arqueólogos empezaron a sospechar. Según publicó ayer Le Figaro, originariamente, el cráneo debía servir de base decorativa a un relicario cruciforme, de estilo barroco, según la moda de la época. "Las perforaciones traicionan el uso de útiles de joyería modernos. Jamás se había encontrado tal precisión técnica en el arte precolombino", admite.
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