
Juan March.
La forja de nuestro personaje comienza en la última década del siglo XIX, cuando su abuelo fundara una sociedad comercial en la que pronto estuvo empleado el joven March. Diez años tenía entonces este niño, que no carecía de ninguna de las virtudes del buen capitalista: era ambicioso e individualista, estaba fascinado por el poder y se mostraba prudente ante la adversidad y despiadado ante la oportunidad. Ninguna de estas cualidades pasó de largo a los mayores de la familia, que pusieron al chico al frente de los demás negocios que poseían. Antes de morir el siglo era responsable de las finanzas de March Hermanos, una firma comercial dotada de una flota de siete barcos, anclada en el puerto de Santa Margalida. Se dice que su principal actividad había sido el tráfico de esclavos, teniendo a la reina María Cristina entre sus clientes. Hacia 1900, March utilizaba esta empresa para el contrabando de tabacos, basándose en Argel bajo los auspicios de Alfonso XIII. El capital procedente de esta explotación constituyó la base de su fortuna personal posterior, y fueron los libros de contabilidad de este periodo los que aportan las pruebas más sólidas sobre las prácticas financieras de March, entre las que figuran el soborno, la compra de voluntades y demás usos dirigidos a la consecución rápida del poder.
Durante los años posteriores se produjo la ascensión de March a la cumbre del poder: se hizo con la propiedad o la participación de empresas de todos los ramos, compró periódicos de distintas ideologías (su Informaciones publicó la señal codificada que dio comienzo a la sublevación facciosa del '36) y utilizó la compañía Transmediterránea para el contrabando de todo tipo de artículos. Fue ésta actividad la que lo llevó a la cárcel por orden del presidente de la República, Manuel Azaña. Cuentan que salió de allí sobornando al abuelo de Alberto Ruiz-Gallardón, entonces Director de Prisiones. Tal vez este agravio, o la preocupación del capitalista ante el avance de la revolución social, lo llevaron a convertirse en financiero del fascismo español durante la Guerra Civil. Durante la Segunda Guerra Mundial combinó sus negocios con las naciones beligerantes con el papel de agente al servicio de los británicos, realizando el pago de un equivalente a 250.000 millones de pesetas al generalato español, encargado por Winston Churchill para evitar la participación de España en la contienda.
El franquismo dio bula a March para hacer y deshacer a su antojo, consiguiendo hitos como la cesión de Fuerzas Eléctricas de Cataluña, valorada entonces en 250 millones de dólares, gracias a la declaración de quiebra que se dictó sobre la corporación. De su intensa carrera hoy queda el Grupo March, que incluye a la Banca March y al holding de inversión financiera ALBA. Participan mayoritariamente en empresas como Acerinox, ACS Construcciones, Prosegur o Carrefour.
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